La fecha hace referencia al 19 de abril de 1943, cuando Albert Hofmann, conocido como “el padre del LSD”, realizaba en su laboratorio un auto-experimento con una sustancia para determinar sus efectos psicotrópicos.

Hofmann ingirió deliberadamente 0,25 miligramos (250 microgramos) de LSD. Menos de una hora después, experimentó intensas y repentinas alteraciones de la percepción.

Fue en ese estado, que partió a su casa en bicicleta, escoltado por su ayudante. En el camino, las condiciones de Hofmann se deterioraron rápidamente: veía a su vecina de al lado como una bruja, pensaba que se estaba volviendo loco, y creía que el LSD lo había envenenado. Su estado comenzó a tomar formas amenazadoras. Todo en su campo de visión se ondulaba y se distorsionaba, tal como se ve en un espejo curvo. También tenía la sensación de no poder moverse, sin embargo su asistente le contó después que habían viajado muy rápidamente.

Cuando su médico lo examinó, no detectó ninguna anormalidad física, excepto por un par de pupilas increíblemente dilatadas.
Hofmann fue estabilizado, y pronto su pánico comenzó a dar paso a una sensación de fortuna y disfrute. 
Él mismo lo describió así:

“Poco a poco comencé a disfrutar de una sucesión de colores y formas sin precedentes, aun con mis ojos cerrados. Fantásticas imágenes caleidoscópicas surgían en mí, alternantes, variadas, se abrían y cerraban en círculos y espirales, y explotaban como fuentes de color, se reordenaban y mezclaban en un flujo constante…”